jueves, 3 de julio de 2014

LA HERMENÉUTICA DE LA SEMÁNTICA SEGÚN TRUJILLO


Como hablantes frecuentemente diferimos un sin número de palabras, enunciados o frases, que bajo ciertas circunstancias pueden tener un valor determinado o dicho de otra manera, estos enunciados pueden brindar significados distintos de acuerdo a un determinado contexto.
          Es así como el simple hecho expresarnos, suele ser un uso o actividad tan cotidiano que muy pocas son las oportunidades en que analizamos estos procesos que están involucrados en la comunicación.
          En este trabajo nos proponemos abordar las funciones básicas en el proceso de la comunicación, tanto la función semántica como la sintáctica, aunque probablemente no sean tan evidentes, sin embargo; ambas tienen determinadas atribuciones para brindar al hablante la capacidad de ordenar sus palabras y brindar en esperado.
          Las funciones semánticas están ligadas específicamente al significado que va a adquirir el enunciado diferido por el hablante donde generalmente éste dependerá del contexto en el que se encuentren ambos (tanto hablante como oyente), por otro lado encontramos a las funciones sintácticas señalándolas como aquellas que van a permitir que el enunciado pueda tener coherencia (esto implica orden) e ilación, para así lograr una comunicación efectiva.

FUNCIÓN SEMÁNTICA Y FUNCIÓN SINTÁCTICA: LO SEMÁNTICO

En el siguiente tema expuesto se definen dos cosas esenciales que precisan: primero, el modelo significante, que permite identificar la secuencia como “gramatical” o como perteneciente a la lengua; y  segundo, el modelo semántico, que permite reconocer esa jerarquía “real” de las funciones semánticas, dado que la relación entre uno y otro modelo es arbitraria. Trujillo menciona que en la relación de la función sintáctica y la función semántica se presentan  dependencias sintácticas, no existiendo para Trujillo la oración, sino estructuras sintácticas. Entonces, se observa la visión cognitivista (signo interno) de Trujillo,

Por otro lado, la relación semántica establece un cierto contenido, claramente delimitado, en relación con cierta secuencia significante, igualmente diferenciada; la función determinante implica una propiedad semántica necesaria de los sintagmas nominales, esta se caracteriza porque presenta  autonomía dentro del sintagma nominal.
Mientras que las funciones semánticas del tipo sustantivo, adjetivo o determinante constituyen funciones no propiamente sintácticas, sino presupuestos categoriales de las mismas. Poseen un carácter autónomo, con independencia de la distribución sintáctica del significante; como por ejemplo la guapa o lo negro. Este tipo de funciones no son distribucionales.
El análisis de la función determinante permite ver lo erróneo de ello; no tiene que ser tampoco como un sustantivo sobreentendido, sino como la determinación. Este tipo de función es una función semántica pura, existe independientemente de la función sintáctica. En los que los determinantes no están en lugar de los determinados; por ello se dice que la función determinante no es descriptiva, sino identificadora y los determinantes son semánticamente independientes.
En las relaciones entre las funciones semánticas existen las dependencias entre sustantivo y adjetivo pero no entre estos y el determinante; como por ejemplo: bello  y guapa, no son semánticamente autónomos, en cambio entre la y mujer no cabe imaginar dependencias semánticas.
A manera de conclusión mencionaron que cada relación tiene una determinada función y pertenece a una determinada categoría; cuyos elementos de cada tipo de función, no pueden ser usados para explicar otras funciones que no sean las propias. En otras palabras, por ejemplo, la categoría sujeto no puede ser usado para explicar dentro de categorías semánticas.

LO SINTÁCTICO Y LOS SIGNOS DE RELACIÓN

Los significados de las “marcas” de las funciones relacionales y las funciones mismas son dos cosas distintas. Por ello, se dice que, no es conveniente relacionar dentro de la sintaxis, propiamente dicha, el significado de los morfemas y los del signo de relación. Ejemplo: sin cambiar la “estructura”, si viene, lo veo, aunque, viene, no lo veo, porque viene, lo veo, cuando viene. En estos observamos que existen cambios de significado, pero no son sintácticos, sino el resultado de la presencia de signos cuyo valor es sintáctico solo en el sentido general de ´relacionar’. No hay estructuras sintácticas que las formas sintagmáticas básicas y que todo lo demás no son otra cosa que relaciones formales, restricciones, ampliaciones o sumas, entre sintagmas.
No hay forma posible de relacionar el carácter sustantivo, adjetivo o adverbial, que se atribuye a las llamadas subordinadas, o  las relaciones que se atribuye a las coordinadas, con ninguna estructura sintáctica peculiar y exclusiva: todo depende bien de la posición sintáctica sustantiva, adjetiva o adverbial, bien del significado concreto de los signos marcadores de la relación, como que, cuando, si, pero, y, etc. Lo que parece evidente es que la cuestión de la oración compuesta habrá de relegarse en gran medida. Por ello, se deduce, que no hay más que sintagmas, posiciones y signos de relación. Las relaciones entre los sintagmas, no son más que, las dependencias de los elementos subordinados al nombre, en el sintagma nominal, o las dependencias de los elementos subordinados al nombre (en el sintagma nominal), o en las dependencias de los elementos subordinados al verbo (en el sintagma verbal). No hay más funciones sintácticas: lo demás son los valores semánticos que aportan los signos encargados de marcar tales funciones sintácticas: de un lado, el género, el número o la persona, de otro, las preposiciones con sus significados propios, y, de otro, todos los elementos relacionantes, tanto el tipo conjuntivo, correlativo, adverbiales.

¿EXISTE UNA FUNCIÓN “ORACIÓN”?

En la tercera exposición especificaron que las estructuras sintácticas no conocen otras funciones y que las relaciones de determinación o de ‘’suma’’ que se establecen en su interior;  cuya  expansión no es más que o bien la sustitución de un elemento de la categoría correspondiente por otro nuevo sintagma. o bien la ‘’suma’’ de sintagmas sin ‘’sustitución de posiciones’’.
La gran variedad de sentidos que toman las relaciones sintagmáticas, provienen exclusivamente de signos concretos que se usan para establecer la relación. Sólo hay verdaderas funciones semánticas, en la sintaxis, bajo la forma de las categorías determinante, sustantiva o adjetiva.
Para determinar si existe  o no un significado oracional, definieron que  la oración es una unidad de sentido concreto en una situación de comunicación determinada, con una curva de entonación y un verbo como núcleo de la estructura. Presenta una noción de sentido completo, tan frecuentemente en la tradición gramatical, como con la estructura formal subyacente, propia de la  moderna teoría generativista.
Toda la larga serie de definiciones que conocemos se reduce a dos extremos básicos, en otras palabras, en dos criterios. Dentro de estos encontramos el  criterio formal, este es  tanto de tipo sintáctico (relación sujeto predicado), como de tipo morfológico (verbo en forma personal, es decir, morfemas verbales) y ha llegado a hablarse, incluso, de signos específicos y segméntales de predicación.
Mientras que en el segundo criterio, el criterio semántico, se origina en la independencia del sentido o sentido completo; es decir, en la suposición de que en la suposición  de que la oración es la unidad mínima de comunicación, capaz de transmitir un contenido independiente.
Y así es: mientras que resulta bastante fácil establecer las estructuras sintagmáticas de  una lengua, no hay manera de averiguar cómo se representa formalmente la unidad comunicativa, que tanto puede aparecer expresada por una sola palabra, como por la más compleja combinación gramatical.  Ninguno de los rasgos definidores permite resolver el problema, ni juntos ni rasgos definidores permite resolver el problema, ni juntos ni separadamente: no todas las oraciones poseen sujeto y predicado, o morfemas verbales, y el sentido completo no es evidentemente una propiedad formal.
Pero, se manifiesta la existencia de problemas tradicionales de la definición de la oración. Dentro de sus conceptos, cabe mencionar que Von Kries define a la oración como aquella que  agrupa objetos que no constituyen clase atendiendo a un solo carácter, lo cual, claro esta, impide o, por lo menos dificulta que su valor pueda ser unívocamente.
A diferencia de la lingüística tradicional,  la lingüística moderna, define a la oración como aquella estructura básica a la que hay que referir todas las funciones y todas las categorías de morfemas de las lenguas; y que esta es una expresión  del juicio lógico, por lo que había de suponerle sujetos “profundos” a los enunciados que careciesen de los requisitos lógicos.
El origen del problema existente en la  gramática tradicional  se debe a factores como la falta de sujeto o de verbo se ha recurrido a imaginarias elipsis para no quebrantar el modelo lógico del juicio; los verbos unipersonales llevan callado el sujeto por ser muy determinativo; y la intervención de los verbos es causativa, o sea, que el sujeto en ellas no es el que materialmente ejecuta la acción.
También se menciona que, la eestructura semántica de las expresiones, ya que cada oración posee una expresión distinta que las demás, además en una oración puede verse de distintos modos.
Se señala que, la oración como forma gramatical definida o precisable, no existe, porque la oración no es más que la posibilidad de convertirse en señal de comunicación; porque Saussure ya había dicho que la oración pertenecía a la “parole”, porque no es forma, sino realización, en tanto que sí reconocía como pertenecientes a la “langue”.

Como bien se analizó existen  dificultades de la definición de la oración, debido a que provienen de su confusión con el hecho incontrovertible de la existencia de secuencias o enunciados “viables”. Pues, la oración no tiene necesariamente una propiedad formal cómo terminar, pues no se puede generalizar. Y lo mismo ocurriría si tomásemos a la oración como una partida “a priori” sintáctico, es decir, si la oración no podría analizarse primero por la sintaxis, sino por otros medios. Además, la oración no se puede dar un sentido completo de multiplicidad, sino descartar de la forma precisable y diferenciada (única). 

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